Estamos a las puertas de terminar un año inédito en el que, para llevar a cabo nuestra tarea educativa no hemos podido estar físicamente cerca de los públicos a los que nos dirigimos. Esto nos ha obligado y motivado a transformar y adaptar las soluciones, recursos y servicios que ofrecemos a los clientes para seguir aportándoles valor. ¿Qué nos llevamos, de este año?
Las palabras ‘resiliencia’ y ‘innovación’ han formado parte del día a día del equipo de educación de Anthesis Lavola. Si bien nuestra práctica educativa siempre ha apostado por aportar soluciones creativas que estén alineadas con las tendencias pedagógicas más punteras, en tiempos de pandemia ‘hemos evolucionado de manera estrepitosa para dar respuesta a las nuevas necesidades de los clientes y de los públicos. Hasta ahora, utilizábamos la tecnología tímidamente, para que los usuarios finales no estaban preparados; ahora estamos abocados’, como reflexiona Núria Solé, responsable de la solución de programas educativos. Y añade que se han abierto nuevas maneras de acercarse y de trabajar con la comunidad educativa la que ha integrado, finalmente, el mundo digital en su ADN; ‘La digitalización puede ofrecer muchas posibilidades para seguir educando y es muy interesante por todo lo que nos ofrece. La hibridación del mundo presencial y el digital podemos llegar mucho más allá; podemos ampliar, complementar y mejorar la labor que hacíamos presencialmente’.
Cal incorporar els avantatges que aporta la digitalització a la nostra tasca educativa i la normalització i acceptació de les propostes en línia entre la comunitat educativa i el públic general per aportar més valorar a l’aprenentatge.
En la mesa redonda virtual ‘Como ayudar a la escuela desde fuera de la escuela? ‘ que el pasado junio organizamos desde Anthesis Lavola, las intervenciones de Coral Regí, directora de la escuela Virolai de Barcelona, ya apuntaron la reflexión sobre cómo todas las actividades interactivas y gamificadas en línea que se crearon para acompañar a los centros educativos como recurso de aprendizaje y en la ciudadanía como propuestas de ocio cuando no se podía salir del domicilio, podrían convivir. Y es que el escenario que ha ido perfilándose en el desconfinamiento y las nuevas olas de la Covid-19 es que la presencialidad y el distanciamiento físico forzosamente deben coexistir y que fluctúan según las necesidades sanitarias de cada momento.
En este sentido, Berta Segura, como educadora ambiental remarca la promoción de las herramientas digitales entre los equipos a partir de formaciones internas para desarrollar nuevos recursos en línea y conocer nuevas herramientas digitales de participación. Su uso ha supuesto una manera de acercar entornos naturales a personas que no pueden vivirlos en primera persona, ya sea por su lugar de residencia, sus circunstancias personales, etc. En este sentido, muchas de las actividades y charlas que se han promocionado en formato digital durante el confinamiento, han podido llegar a muchas más personas usuarias que, de otro modo, no habrían podido disfrutar.
Destaquem el compromís dels clients per seguir apostant per l’educació ambiental en temps de pandèmia, tant per la vocació de servei a la ciutadania com per l’acompanyament als docents en temps d’incertesa.
Hay pues que aprovechar e incorporar las ventajas que aporta la digitalización a nuestra labor educativa y la normalización y aceptación de las propuestas en línea entre la comunidad educativa y el público general para enriquecer, ampliar y aportar más valorar el aprendizaje. Un aprendizaje que, fundamentalmente y en esencia, todas las personas del equipo remarcan que debe poder seguir siendo presencial para vivir el placer y la experiencia que aporta la participación en un taller manipulativo o en una visita de descubrimiento del entorno natural.
En este sentido, Anna Giraldo y Roger Cardellach, que coordinan programas de educación ambiental, apuntan la importancia de recuperar el material didáctico y pedagógico que se pone al alcance de los niños de manera sensorial y manipulativa. Si bien hay recursos digitales que propician la interacción y la motivación por parte del alumnado, el aprendizaje vivencial y sensorial basado en la observación, la escucha y la manipulación de objetos y recursos, es más perdurable a largo plazo. Como también lo es el hecho de que una persona educadora ambiental experta pueda compartir sus conocimientos en el contexto de una actividad presencial, creando un vínculo afectivo y empático con el público.
Así lo reafirma Alba Bonàs, responsable de la solución de consultoría educativa al decir que ‘la esencia de la educación son las personas, y las personas nos relacionamos mejor con todos los sentidos’. Y, en esta misma línea, la Tais Vidal a partir de su experiencia como coordinadora de campañas de sensibilización tiene claro que para lograr una mejor sensibilización en las campañas ‘hay que mantener el contacto presencial entre los equipos de personas informadoras de la calle y la ciudadanía, ya que en este caso, además, representan un hilo de comunicación entre la población y la administración o los clientes que las impulsan’.
Y, precisamente en referencia a los clientes, hay que destacar su compromiso tanto para seguir apostando por la educación ambiental en tiempos de pandemia como por la vocación de servicio a la ciudadanía como para el acompañamiento a los docentes en tiempos de incertidumbre. Gran parte de la transformación de programas educativos y actividades de museos y centros ha sido posible gracias la apuesta que los clientes han hecho para diseñar nuevas actividades en línea. En este sentido, el equipo de educación se complace de la empatía y la confianza de los clientes con los que se ha trabajado de la mano, un hecho que ha reforzado los vínculos. Una muestra es la buena acogida que tuvo el ciclo de webinars especializados que impulsó Anthesis Lavola para seguir tejiendo complicidades con las relaciones con los clientes.