Recientemente se ha sabido que Barcelona acogerá la quinta versión del supercomputador Mare Nostrum, una noticia que me devuelve a la mente notas de la magistral conferencia que Margaret Wertheim pronunció al ECSITE 2019. La científica, escritora y artista ha desarrollado un proyecto artístico de paisajes subacuáticos que une arte y matemáticas.

Wertheim nos recordaba que la matemática es la hermana pobre y la última de las disciplinas que conforman las siglas del acrónimo STEAM, una metodología que, por otra parte, es cada vez más extendida e impulsada por todo tipo de organizaciones.

Durante su charla, pronunciada en el Experimentarium, sede del museo de ciencia de Copenhague que acogió la edición de este año del ECSITE,  Wertheim recuperó los orígenes de la geometría euclidiana, circular e hiperbólica, para proponer un ejercicio de imaginación y reflexión: bajo cuál de estos principios geométricos debe estar ordenado el universo?

Margaret Wertheim. Alyce do Roulet Williamson Gallery, Art Center College of Design, 2011.

El marino está fundamentado en la geometría hiperbólica. Para aquellos que no la recordemos, es la que se basa en curvas negativas y, ay, ¡las!, es fácilmente reconocible en muchas de las formas que nuestras abuelas (y de nuevo nuestras hijas) hacían al tejer. Cuando cada una de las pasadas de ganchillo o lana añade un punto a una distancia preestablecida, esta delicada artesanía se convierte de manera inconsciente, en una forma bien tangible de superficie hiperbólica.

Este divertimento matemático no es todo si al equipo crochetista se añade una artista. Esto es lo que propuso la Margaret a su hermana Christine. Debemos imaginarnos este dúo científico y artístico de tejedoras dotadas cada una con sus ganchitos y convertidas ahora en maquinador matemáticas simulando superficies hiperbólicas submarinas en el mundo real, y no en supercomputadores de nombre mediterráneo.

The Toxic Reef at the the Sant Ocean Hall, Smithsonian’s National Museum of Natural History, Washington D.C., 2011.

Hasta que, por supuesto, la creatividad artística de la Margaret empieza a combinar lanas de colores chillones, a infringir las normas de las repeticiones seriadas, añadir o suprimir la adición de algún punto extra en determinadas pasadas de la obra … . y maravillosamente las superficies hiperbólicas empiezan a adoptar formas coralinas, de lirios de mar, de opistobranquios, de esponjas … y de todo un universo de fauna marina lanosa. Y es que la naturaleza es errática, y allí donde hay olvidos y se cometen errores es donde la biodiversidad emerge con todo de formas caprichosas.

 

Si al equipo de tejedoras se hubiera añadido una bióloga, habrían comenzado a debatir porque es justamente en el mar donde hay más criaturas hiperbólicas. De hecho, en un arrecife coralino, ¡debe haber algún petaflop de simulaciones en geometrías hiperbólicas! Entonces la matemática habría podido sugerir que las formas hiperbólicas son las que confieren más superficie a los organismos que se deciden en adoptar esta forma geométrica. Y irremediablemente habrían concluido que el barroquismo de estas formas caprichosas es lo que permite a corales, poríferos y otros filtradores tener una exposición más elevada al alimento; ya la luz en todos aquellos que tienen zooxantelas fotosintéticas como simbiontes; y más superficie de intercambio gaseoso para facilitar la respiración a los opistobranquios.

Maravilladas por el universo que se les iba apareciendo entre los dedos, desde entonces las dos hermanas han ido extendiendo el proyecto Crochet Coral Reef, creando y comisariando mundos submarinos en prestigiosos de museos y exposiciones de arte.

The Toxic Reef at the Science Gallery, Trinity College, Dublin, 2010.

Instituciones en Londres, Dublín, Nueva York o Venecia han acogido esta singular propuesta que une la geometría con la tradición femenina y artesana del crochet. Entre tejido y exposición, podemos sentir el ruido de mujeres congregadas alrededor de lanas de colores debatiendo sobre matemáticas y biología, mientras se preocupan por el futuro de los mundos coralinos que crean y el impacto que seguro tendrá el calentamiento global.

 

 

Y cabe preguntarse, tal como Margaret Wertheim nos pidió que hiciéramos al final de la conferencia, por qué un proyecto tan genuinamente STEAM no se inició en museos científicos. ¿Como es que los centros de ciencia, que persiguen el reclutamiento de nuevos públicos y el acceso universal a la cultura científica no estaban interesados ​​en un proyecto tan multidisciplinar en ciencia y medio ambiente como éste? Wertheim se respondía sin pelos en la lengua: pues para que las mujeres, las doer ancestrales no tienen cabida en los espacios electrificados, robotizados y masculinizados en el que se han convertido los espacios maker.

 

Imagino un nuevo Mare Nostrum carburante en todo petaflop mientras simula superficies hiperbólicas. Y todo un ejército de hombres matemáticos, ganchitos en mano, reproduciendo en una Mediterráneo de tejidos coralinos de mil colores. Y quizás alguna matemática, catalana poder ser, ganando el próximo Nobel de las matemáticas, ahora que ya tenemos un antecedente femenino.

Marta Lacruz
Directora de educación de Lavola